La historia: Mónica es una muy buena amiga mía, siempre la había querido mucho, hasta que hace 28 meses empecé a quererla el doble por traer al mundo algo tan precioso como es su hijo Tecemono, digoooooooo, Roberto. Muchas tardes frías, lluviosas o nevadas pasamos juntos este invierno, hasta que vino el solecito y nos echamos a la calle. Una tarde de paseo pasamos por una pastelería que vendían unas galletas enormes y preciosas decoradas con glasa real y Moni me comentó que le encantaría llevar algo así al bautizo de sus sobrinas. A mí se me encendió la bombillita (recordando el blog de Bea) y me ofrecí a hacérselas, aunque el favor me lo hacía ella a mí, que estaba deseando hacer galletas!!!! Por motivos de salud (y un poco de pánico a la glasa) no podía meterme en historias nuevas y finalmente decidí decorarlas con fondant y, la verdad, me encantó como quedaron!! ¡¡Estaban tan bonitas cada una empaquetada con su lacito!! Estuve nerviosísima todo el fin de semana pensando si a la gente le gustarían -a mí personalmente no me gusta el sabor del fondant- y casi me pongo a llorar al recibir un escueto mensaje de Moni que decía : "Exitazo tus galletas" Quizás penséis que soy una exagerada, pero cuando algo cuesta tanto esfuerzo y se hace con tanto cariño se vive de manera muy intensa.
Nota mental: no volver a hacer galletas sin tener cortapastas, cortar 50 galletas y sus 50 piezas de fondant con un cuchillo tratando que queden iguales resulta exasperante.
Un poco de todo.
Los biberones.
Los bebés en su saquito esperando a la cigüeña.
Los carritos para pasear.
Los bodies.
¡¡¡¡GRACIAS POR VISITARME!!!!