Había pensado en demorar un poquito esta entrada, que me gusta hacerme de rogar, pero no puedo esperar a contaróslo. El 13 de noviembre voy a hacer un curso de tartas fondant con la maravillosa Lara de Tartacadabra!!!!!!!!!! Me lo propuso vía foro de las almitas y la verdad es que no me lo pensé ni un segundo. Pero lo mejor de Lara su no son sus tartas, si no su sencillez y su delicadeza. Cuando le pregunté en qué nivel debería inscribirme creo que la puse en un apuro; me dijo que realmente podría ir al inicial o al intermedio porque me atrevo con todo, pero que tengo que mejorar los acabados. Pero os lo cuento súper resumido, se disculpaba constantemente por si me parecía arrogante. Y, como ya sabéis los que me conocéis personalmente, es de lo que siempre me quejo: mis trabajos no son finos, nunca quedan limpios; así que haré el curso de nivel inicial con la GRAN Lara ¡Estoy deseando conocerla en persona!
Ahora que ya os metido mi rollo personal, vamos a lo que nos ocupa. Como ya os dije en la entrada del tractor, no quedé nada contenta con el resultado, así que le regalé unas bizcobolas a la chica. Como fue una decisión de última hora, estaba agotada y me iba de cena con antiguos comapñeros en menos de una hora, tuve que improvisar con lo que tenía por casa:
475gr de recortes de bizcocho (creí distinguir el de nata-nueces y el de zanahoria y coco)
125gr de queso crema
125gr de mermelada de frambuesa
1 tableta de chocolate de cobertura
1/2 tableta de chocolate blanco
Me pareció demasiada tarea triturar y mezclar los recortes así que lo metí todo en la thermomix unos segundos a velocidad 5 y se hicieron las bizcobolas en un periquete (sin mi thermomix no soy nadie, hasta el fondant lo hago en ella) Bien, con las bizcobolas ya moldeadas me dispuse a deshacer el chocolate negro; mi idea original era bañarlas en choco negro y escribir una letra con blanco en cada una, de manera que se leyese FELICIDADES BUEDITO, pero cometí un error garrafal: añadí un chorrito de leche pensando que suavizaría el sabor y lo que pasó es que se convirtió en una masa inderretible, muy parecido a la ganache. Pues nada, ya no había marcha atrás, aplané un poquito las bolas y les coloqué encima un buen pegote de la pasta chocolatosa creada por accidente y lo bañé con chocolate blanco (lo quemé y tuve que tirar la mitad) Así que al final salió ésto: que además de ser monísimo estaba de rechupete. Menos mal que tenía esos moldecitos que me regaló mi hermana... A mi compañera le encantó el detalle y yo me quedé más contenta que unas pitas. Yo creo que quedó muy bonito ¿qué os parece?


